Los encinares son los bosques más representativos de la Península. En el pasado fueron más abundantes, pero debido a la presión humana, muchas hectáreas desaparecieron para ser transformadas en campos de cultivos o zonas de pastoreo. Muy extendida también en Cuenca, es capaz de adaptarse a situaciones extremas de clima y suelo.
Hoja de encina |
El tronco de las encinas jóvenes es de color negro, el de las más desarrolladas, de color gris oscuro y forma pequeños cuadros superficiales mientras que el de las viejas encinas es de color gris claro y de textura suave.
Son múltiples las aplicaciones de la encina. Su madera tradicionalmente utilizada para obtener la mejor leña y carbón, ha perdido importancia, relegada por los combustibles fósiles. Pesada y dura, también tenía mucha utilidad en la construcción naval, es utilizada para fabricar herramientas, suelas de madreñas, pavimentos y en ebanistería, marquetería, tornería. Antiguamente se utilizaba para fabricar carros, traviesas de ferrocarril, etc.
Tronco de encina |
Su fruto es la bellota, que surge en otoño, muy apreciada para alimentar a los cerdos ibéricos, de ahí su vital importancia para la economía y la gastronomía española. En noviembre madura y cae al suelo.
Bellota |
Sus hojas sirven de ramón para el ganado y la fauna silvestre en invierno y sus bellotas, antes importantes en la dieta humana, constituyen el alimento casi único de los cerdos ibéricos. Hasta sus raíces son útiles, para formar micorrizas con las preciadas trufas.
Es un árbol de crecimiento lento que puede superar los mil años de edad.
Todo esto le concede un especial simbolismo entre los habitantes de las zonas rurales, sobre todo a los ejemplares sobresalientes, algo que supo reflejar Antonio Machado:
Brotas derecha o torcida
con esa humildad que cede
sólo ante la ley de la vida,
que es vivir como se puede.
El campo mismo se hizo
árbol en ti parda encina,
ya bajo el sol que calcina,
ya contra el hielo invernizo,
el bochorno y la borrasca
el agosto y el enero,
los copos de la nevasca,
los hilos del aguacero,
siempre firme, siempre igual,
impasible, casta y buena,
¡oh tú, robusta y serena,
eterna encina rural!
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